jueves, 3 de noviembre de 2011

NO ME LLORES. Parte 2.

Buenos días, amigos del murciélago.

Una de las cosas más interesantes para un narrador es escoger un tema. El tema define la obra, y como fondo, le da forma. Sin un tema ninguna narración tiene sentido más allá de la anécdota, y aún así, en cada anécdota vemos un indicio de lo que podría ser un tema, aunque se haya abordado mal. El tema es el objetivo final de todo narrador, y todos sabemos que, sin marcarnos un objetivo bien definido, uno no avanza, se queda estancado hasta que se rinde a la desidia.

Pudiera ser que cuando empecemos a pensar en nuestro trabajo, no sepamos aún definir el tema que nos va a guiar; pero el tema está ahí, en el subconsciente, esperando a ser descubierto. Porque cuando tenemos esa difusa idea de lo que podría ser una historia, es porque queremos decir algo. Y descubrir eso que queremos decir es la tarea última y definitiva del narrador, acaso la razón de su existencia.

NO ME LLORES trata sobre la AMBICIÓN. 

Hoy presentamos al segundo protagonista (el antagonista más bien) de Montero. Veréis que nuestro amigo Villegas es el némesis de Montero. Ambos hombres persiguen objetivos personales muy claros, y eso definirá su relación hasta el ridículo. 
Por aquello de la imagen y semejanza, si el narrador tiene un objetivo, los personajes también deben tenerlo. Sin él perderían todo su potencial dramático (o cómico).  

Pero me dejo de monsergas. Ahí va un previo:



NO ME LLORES
2: ENTRA VILLEGAS





[...] Me llamo Adolfo, Adolfo Villegas— se presentó. 
A continuación me tendió su mano. Se la estreché. Estaba sudada y su apretón, si es que se puede llamar así, fue blando. Yo, en cambio, apreté con fuerza hasta que el ojo izquierdo de Villegas se guiñó involuntariamente en un gesto de dolor. 
Nunca te fíes de un tipo con la mano floja. 
Cuando alguien me da la mano floja ya sé qué clase de individuo tengo delante: un pelele, un mamarracho. Y un mamarracho dice… mamarrachadas, y perdona que me repita. Así que, siguiendo ese principio supe que iba a escuchar alguna estupidez, aunque no podía adivinar de qué tipo.
—Dígame, señor Villegas— le dije—. ¿Qué quiere de mí?
—Bueno… Hummm, yo… le he traído algo— respondió [...]




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Y ahora me despido. La semana que viene el capítulo 3. Y para los que llegáis tarde podéis acceder a la página NO ME LLORES del blog, donde iré colgando cada episodio.

También podéis leerlo en papel si compráis CUATRO CRISIS.

¡UN CUENTO A LA SEMANA!

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