Buenas tardes, amigos del murciélago.
Hoy seguiremos la estela dejada por el relato de la semana pasada y seguiremos hablando de cuentos que hablan sobre literatura.
Como lector empedernido, a veces no puedo evitar guiños a aquellos que sepan verlos. En este caso me paso por el forro toda sutileza y voy directo al grano: la literatura está llena de genios, pero también es un mundo plagado de chorradas y de individuos que opinan gratuitamente y sin criterio.
Al principio te suena un poco raro lo que dicen, pero como parece que saben más que tú, optas por callar. Con el tiempo te das cuenta de que hay mucho bocaza suelto que da rienda suelta a sus frustraciones haciéndose el listo.
Como lector sólo debes aceptar una verdad irrefutable, un auténtico dogma de fe: por mucho que oigas, por mucho que escuches, por mucho que se burlen, la buena literatura es sólo aquella que te gusta.
Y lo demás son pamplinas.
Y dicho esto, paso a reírme un rato de este mundillo en el que, a veces, pasando muy desapercibido para no perderme nada, me muevo.
NABOKOV EN LA NIEBLA
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No era un día de niebla, pero en el despacho del sargento Renko apenas si se podía distinguir su recia figura.
Sentado tras el pequeño y abarrotado despacho, Renko mantenía un precario equilibrio con la silla inclinada hacia atrás sobre las patas traseras, mientras apoyaba sus zapatos de suela de acero sobre la mesa. Fumaba tranquilamente un puro de esos que más que liberar humo, liberan puré, indiferente o inmune a los efectos que pudieran tener la nicotina y el alquitrán sobre sus órganos internos [...]
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Espero que disfrutéis la lectura.
Si es así, me reitero: enviad el cuento a un amiguete.
Y no os cortéis en dejar comentarios.
Volved pronto. Aquí andaré, pergeñando...
¡UN CUENTO A LA SEMANA!
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